¿Qué dicen las leyes al respecto?

Estando un buen día por el Barrio del Pilar en Madrid, fui retenida por diversos municipales debido a la no escolarización de mis hijos. Habíamos bajado a la ciudad para pasar la tarde con una pareja embarazada a la que iba a acompañar en el día del parto. Hablamos sobre sus dudas sobre el parto natural y aprovechamos para intimar más, crear una bella amistad. El caso es que nos quedamos a dormir y, ya a la mañana, mis hijos y yo nos fuimos al parque a disfrutar un rato de los columpios antes de volver a casa. Estando en el parque, una mujer preguntó a mi hijo del porqué de no estar en la escuela y éste le contestó que no iban a dicha, que yo les educaba. Un buen rato después, nos fuimos a buscar una cabina de teléfonos mientras paseábamos con gran paz y disfrute. En un momento dado, vino a nosotros una mujer vestida de policía municipal y me empezó a hacer diversas preguntas exigiéndome que la acompañase a su puesto. Me sentí muy violenta e incómoda, humillada. Era como si todas las miradas de una calle superpoblada se dirigiesen hacia mí, hacia una supuesta delincuente cuando no había incurrido en absolutamente nada. Me sentí muy bloqueada durante bastante rato. Cuando reaccioné, dejé de contestar a las preguntas y requerí a mi inquisidora que me mostrase su placa con su nombre, le comenté que no había cometido ningún delito y que por ello no iba a acompañarla a ningún lugar si no me enseñaba su placa. Me contestó que la policía era ella y siguió durante unos minutos que se me volvieron interminables y sumamente humillantes insistiendo autoritariamente en que la acompañase. Me puse tajante en mi postura de que no la acompañaba a ningún sitio si no me enseñaba sus credenciales y me pidió que esperase ahí en lo que venían unos compañeros suyos. Se alejó sin parar de observarme y yo esperé (por cierto, ésta mujer no se atrevió a enseñarme sus credenciales, principal muestra para mí de su falta de honestidad, de sus dudas a lo que estaba haciendo, de su acto de abuso de poder imponiendo su moral más que las leyes...). Instantes después vinieron a nosotros dos hombres vestidos de calle que me mostraron sus credenciales y me ofrecieron acompañarles o hablar allí mismo. Les dije que allí mismo pues ellos no iban vestidos de policías. Varias veces Leila me pidió irnos, incómoda y asustada con la situación. No sé si sería en esos momentos plenamente consciente de la situación (supongo que sí y que temería una posible multa y complicación) pero sin duda mamaría toda mi tensión e impotencia, así como ese fuerte sentimiento de humillación por el que estaba pasando. Me pilló tan de improviso... y puedo agradecerle a la vida estas situaciones que me ayudan a ver mi inmensa vanidad. Un Maestro espiritual jamás se sentiría humillado ni tenso y sólo con su mirada llena de amor transmutaría la situación, sin necesidad de hacer uso de tanta conversación intelectual como yo hice. A Leila y Altair les contestaba que no podíamos irnos hasta que nos diesen permiso los policías porque sino podríamos crearnos serios problemas pero que no se preocupasen, que no habíamos hecho nada malo y por tanto no podían hacernos nada, que lo realmente importante es estar a gusto con uno mismo y con la propia consciencia y, en caso de ser importunados como estábamos siendo, reclamar nuestros derechos. Les comenté que valoro la sinceridad y nuestro pequeño esfuerzo en superar estas desavenencias para mejorar nuestro exceso de vanidad, la energía universal y ayudar a que el día de mañana otras personas no tengan que pasar por ello injustamente, a extender la Luz (hace ya más de tres años mis hijos y yo nos definimos como el “Equipo Magnético” cuya misión principal es irradiar Luz y Amor). Estos dos hombres me preguntaron por qué iba yo descalza y si mis hijos iban a la escuela. Les contesté y uno de ellos intentó transmitirme lo “buenas” que son algunas de las escuelas actuales. Le hablé de que no intentase convencerme pues lo tenía muy claro, comentándole que lo que menos desea una madre que intenta educar con la máxima consciencia y amor es el que le quiten a sus hijos, que si he tomado esa decisión es habiendo sopesado mucho todas las posibilidades, no incurriendo en ningún agravio o delito. La decisión de no escolarización no es un acto de irresponsabilidad o abandono, sino todo lo opuesto, es un acto tomado con gran consciencia e implicación. Lo cierto es que estos dos hombres fueron muy amables, abiertos y comprensivos (dentro de su comprensible negligencia al retenerme sin causa justificada y bien informada y hacerme diversas preguntas íntimas personales que no incurren ni por asomo en delito ni tienen que ver con el caso que se trataba) pero yo me hallaba tan molesta y alterada internamente por la vejación sufrida que no fui capaz de abrir mi corazón, de entregarme a ellos y hablarles con paz y amor, con entrega total, sin separación y superposición de cuerpos o almas, hablarles como si me hablase a mí misma, a Dios, a otra expresión de mi ser... Me pidieron demostrase que esos dos niños eran mis hijos y les enseñé la cartilla de la seguridad social. Menos mal que la llevaba encima por casualidad sino, me veo retenida toda la mañana hasta que lo comprobasen. También me pidieron el DNI e hicieron diversas preguntas más. Les puse al corriente sobre las leyes respecto a la no escolarización y sobre mis sentimientos de invasión, molestia y humillación. Quedamos en que les mandaría un e mail con un artículo escrito por mí poco tiempo antes del suceso donde cito las leyes al respecto incidiendo en la Constitución Española y en las resoluciones del juez Luis Columna que más adelante, en este capítulo del libro, expongo. Ellos también me hablaron de una ley de la Comunidad de Madrid que no conocía por lo que ambos aprendimos de este encuentro. (Dicha ley la expongo más adelante y no supone conflicto).

Cuando gran parte de tus valores o tu consciencia no coincide en gran medida con la de la sociedad circundante, resulta habitual encontrarte con todo tipo de altercados. A lo largo de la historia de la humanidad nos encontramos con diversos personajes que han sufrido todo tipo de vejaciones en sus carnes por estas causas (Jesucristo puede ser un ejemplo cumbre). Sinceramente, no sé cómo evitarlo en mi vida por lo que veo que he de aprender a vivir con ello, trabajarme la vanidad e intentar abrirme más la próxima vez, ser más amorosa, cálida, luminosa... de este modo todos nos beneficiaremos. Por otro lado considero valioso que una persona antes de actuar tome consciencia de lo que va a hacer, más aún si juega con el privilegio que la autoridad puede ofrecerle. A esta pareja (y creo que a la mujer primera también) les comenté que antes de actuar han de informarse bien, que yo no estaba incurriendo ningún delito y que les aconsejaba que, si desean realmente hacer bien su trabajo, actuasen sobre seguro, se informen mejor antes de actuar. No que vengan a incomodar, invadir, humillar, y luego se enteren de las leyes. Uno de los hombres me dijo que para entrar al cuerpo policial no es necesario mucho conocimiento, dándome a entender que por ello estaban “libres de toda culpa”. En mi concepto, esta justificación no me vale. Si quieres realizarte en tu labor, si realmente crees en ella, has de intentar crecer día a día y en este caso, informarte bien de las leyes que manejas para no incurrir en errores o vejaciones. Les aconsejé algo que quiero comentar aquí por si algún lector desea o puede hacer valer esta idea (cuántos más soliciten la puesta en práctica de dicha, mayores posibilidades habrá de llevarla a la práctica). La idea es la siguiente: Dentro del cuerpo de policía puede haber un grupo de personas en una oficina cuya única labor sea informarse e informar bien de las leyes actuales. Entonces, cuando un compañero quiere o desea entrar en acción en una situación concreta, antes de entrar en dicha acción llama a este cuerpo policial para ponerse al corriente de la factibilidad de incursión, informándose bien de si ésta está justificada o no, actuando en consecuencia. ¿Es intimidad y poder lo que buscamos o armonía y fluidez? Cada uno ha de decidir en su interior. Todo, absolutamente todo son tomas de decisiones. En nosotros está la decisión a tomar...
Todo padre/madre desconocedor del tema cuando decide no escolarizar, tiene una especial aprensión a los posibles conflictos legales que puedan surgir. Aunque las leyes en España nos hablan de la no escolarización como algo perfectamente legal y aceptable pues lo obligatorio es enseñar, no escolarizar, la presión ejercida por las familias, el sistema tal y como está establecido, los colegios, los medios de comunicación y la opinión pública en general, hace que algunas veces los padres se encuentren en situaciones legales desagradables donde sienten la injusticia de tener que demostrar que son inocentes siendo tratados por parte del Estado injustamente respecto a las demás familias. Éste podría haber sido perfectamente mi caso en lo que os expongo más adelante pero no lo fue. No lo fue por el simple hecho de que no me lo tomé como que tenía que demostrar mi inocencia (aunque también lo hice), sino como que una de mis labores era transmitir el conocimiento de las leyes a unos funcionarios fácilmente sensacionalistas que intentaban hacer su labor lo mejor posible y se encontraban habituados a la rutina. Si tienes conocimiento de las leyes y estás segura de tus convicciones morales, fisiológicas, espirituales y demás, no hay nada que temer. Tan sólo aceptar lo que la vida te trae y abrirte como una flor. Eso intentamos mis hijos físicos y yo y, gracias a ello, vino una hermosa abeja a posarse en nosotros y hacerse amiga.

Reconozco que si otros padres hubiesen recibido la presión que nosotros recibimos, podrían haberse asustado bastante y desviar su camino en la vida dejando de ser consecuentes. La firmeza y el amor son dos papeles fundamentales en estos momentos.