Capítulo "Vida Libre y Natural"

 

Ay libertad
Bella y amada
Contigo me traes
Un vacío al que llenar.
La gran responsabilidad
De a las cadenas negar.
El conocimiento del Ser
La Soledad y la Unidad.
Difícil pareces
Y en cambio,
Simple eres.

Con naturalidad
Intento avanzar
Mirar hacia dentro
Para poder encontrar
Toda la verdad.
Mi Verdad.

Si hace ocho o diez años me dicen que en estos momentos voy a vivir sola con dos hijos no escolarizados, en una caravana en medio del campo, lejos del pueblo, comiendo sólo frutas y verduras crudas y haciéndome una casa de paja sin agua, ni luz, ni cristales en las ventanas, renunciando al cocinar, a la lavadora, la ducha, la cadena de música y otras tantas cosas, les digo que de qué van. Que yo quiero vivir en el campo pero sin rechazar los placeres o las comodidades de la ciudad o, mejor dicho, del “progreso”. ¿Cómo entonces estoy ahora en el lugar en el que estoy, haciendo lo que hago y viviendo como vivo? Pues la verdad, no tengo ni idea. Una acción me llevó a otra, y ésa a otra para luego buscar y aceptar otra y así sucesivamente. Yo sólo sé que antes, viviendo dentro de una caja en pueblos o ciudades, rodeada de campos magnéticos y electrostáticos, mediatizada por las caprichosas agujas de un reloj y comiendo todas las semanas por lo menos un par de días cocinado, necesitando dinero, objetos y actividades diversas, no sólo no tenía todos los días momentos de auténtica plenitud, sino que, a demás, me sentía muchísimas veces sola y vacía. Las discusiones de pareja eran relativamente frecuentes y, tras ellas y muchas lágrimas, pasaba momentos de nulidad donde mi ente apenas existía, a parte de tener un gran ego y una profunda sensación de impotencia.

Yo sola, con todas esas dependencias materiales y emocionales, castraba mis propias capacidades, mi propia sabiduría, mi YO interno. Según fui (y voy) tomando conciencia de mis propias dependencias, adelantándome a ellas y anulándolas, voy dejando de ser una balsa a la deriva merced al oleaje y a la furia de las tormentas. Aprendo a ser la mar y el viento, los peces y la gaviota. Poco a poco, según voy acercándome cada vez más a la Naturaleza, a sus leyes y a lo que me ofrece, rechazando todo lo demás, mi YO interno crece y palpita con mayor fuerza.

Desde fuera, la gente suele pensar que mi vida es muy dura y difícil, cruel, siniestra y solitaria. Irresponsable. Nada más lejos de la realidad. Cada vez soy más responsable y consciente de cada uno de mis actos. Cada vez me siento más acompañada y rodeada de amor, menos solitaria. Mi vida es muy fácil, simplemente pido lo que quiero y tarde o temprano se me concede. Tengo muchas más cosas de las que necesito. Mi vida no es dura, sino al revés, sencilla y libre de posesiones, agobios, enfermedades y malestares. Mi mente se encuentra libre, dispuesta a crear y, mi corazón, abierto para sentir. ¿Qué más pedir?

Si cuando tomo conciencia de que necesito una lavadora para librarme de tanto trabajo a pesar de todo lo que conlleva (electricidad, agua, jabón, contaminación, dinero, industria, campos magnéticos y electrostáticos, falta de energía y amor en la colada, etc.) y decido, tras esta toma de conciencia, que lo que he de hacer para no depender de una serie de cosas y dañar más el planeta, es tener menos ropa para que apenas dé trabajo cuando la lave y aproveche el momento de hacerlo para meditar y volcar todo mi amor y energía en ello, una gran puerta se abre ante mí, sintiéndome mucho más libre.

Son todos esos pequeños detalles que no solemos tener en cuenta los que poco a poco van forjándonos unas gruesas y largas cadenas. Cuantos más detalles, más duros de romper son los eslabones. Sus consecuencias son mucho más amplias de lo que nos podamos suponer y, sólo cuando nos hemos desecho o liberado de alguno de esos detalles, empezamos a tomar plena conciencia de todo lo que nos influía y maniataba.

Yo sólo veo un camino en mí realmente factible para absorber algo de esa libertad cargada de plenitud: el arrimarme cada vez más a la Naturaleza en todas sus facetas (vivienda, alimentación, ropa, vida laboral, ocio...) así como a la autosuficiencia. Una vez has avanzado unos pocos pasos, los otros vienen solos, alargándose cada vez más la zancada y sintiendo, por momentos, el ensanche y la expansión de mi alma.

Si vuestro camino es similar y no tenéis fuerzas suficientes para comenzar, acercaros a gente que ya se halla en el camino. Su amor y comprensión os pueden ayudar.

Sólo puedo deciros una cosa: para mí, el descubrir la Naturaleza en gran parte de sus facetas y, con ella, mi esencia, es el mayor regalo que me ha hecho la vida.

Hay tres citas de Lao Tze en su libro del Tao que me resultan sumamente interesantes. Os insto a reflexionar sobre ellas: “Escoge lo simple y abraza lo natural, reduce tu egoísmo y controla tus deseos”. “Quien sabe contentarse siempre está satisfecho”. “Cuando no deseas nada, eres dueño de todo”.

Cada día que pasa, con cada acto que hacemos, con cada pensamiento y sentimiento, nos creamos a nosotros mismos, en cada momento. Resulta muy fácil tener miedo a ser libre porque con ello asumimos la responsabilidad de nuestra vida y sus consecuencias, arriesgándonos. Cuando optamos por la libertad o un aumento de ésta, aparece el caos en un principio pero luego todo se mejora, empezándonos a crear a nosotros mismos sintiendo con ello tremendas y largas oleadas de plenitud, paz y optimismo, alegría y satisfacción.