"De Viaje por la Mar"  (fragmento)

Marco y Fabio son dos hermanos muy amantes de la Naturaleza. Les gusta mucho estar en ella, correr, montar en bici, recoger uvas y comérselas... disfrutar de la libertad de movimientos y mental que ésta ofrece. Además, casi siempre que van a ella van con su padre, consciente de la continua negación o prohibición que se les suele hacer a los niños por todo en la ciudad.

Milán, su padre, disfruta enormemente con el desfogue de sus hijos así como con la creciente independencia y autonomía que ve en ellos cuando están en el campo. Casi siempre que está con sus hijos, se los lleva al campo en búsqueda del compartir, de la libertad, del silencio, de la meditación, de la armonía, la salud y la sabiduría... Normalmente suelen ir a un terreno donde están construyendo una casa con piedra, barro y madera. Una casa chiquita y comunal para compartir con más hermanos de Luz en un proyecto común de futura comunidad.

Uno de esos fines de semana se encontraron con su amigo Cristian. Cristian es un chico muy especial. Muy inteligente e inquieto. Tiene tanta energía que no sabe qué hacer con ella ¡Y eso que se suaviza en el campo! O sea, figúratelo en la ciudad.

Cristian es un chico sumamente adaptable a las circunstancias, muy abierto y algo líder pues le gusta ser el que manda así como el centro de atención. Tiene tanto amor dentro deseoso de ofrecerlo que le desborda. Tiene tanta necesidad de que le quieran, le hagan caso, le abracen y le mimen que a veces parece que no le gustan los achuchones. Sí, muchas veces cuando queremos mucho algo reaccionamos al revés, rechazándolo. Cuanto más lo deseamos, más nerviosos nos ponemos, más miedo tenemos y menos lo mostramos fuera a primera vista. Por ello Cristian es un chico un tanto rebelde y agresivo. Él rechaza todas las cursilerías que suponen el amor y le gusta fardar de hombría haciendo comentarios de hechos o actitudes donde alguien ha salido dañado o burlado y él victorioso o aprovechado. En verdad no sabe qué hacer con tanto deseo de dar y recibir amor y su impotencia le lleva a comportarse así. Pero, si tú eres capaz de soportar todas esas agresiones durante un tiempo, acaba abriendo su corazón tan bien guardado y protegido, derritiéndose ante cualquier muestra de amor, haciendo también acopio de las suyas. Por ello nunca hay que rechazar a nadie, porque todos estamos llenos de amor para ofrecer y deseosos de recibirlo solo que unos aparentemente lo necesitamos más que otros o lo canalizamos de un modo destructivo. Estoy casi segura de que conoces a algunos otros niños o adultos que actúan como Cristian. ¿A que sí? Tal vez seas tú uno de ellos...

Pues bien, como decía hace un rato, este fin de semana se juntaron Marco, Fabio y Cristian. Hacían un buen equipo. Cristian ofrecía la actividad, el barullo, la inquietud, la acción... Fabio el caos, el miedo, la dulzura y la ternura. A él siempre le ocurre de todo. Marco entregaba su serenidad y temple, la observación y la actitud correcta en el momento correcto.

En la finca a la que suelen ir corre un arroyo hermoso cuyo sonido les encandila. Les gusta acercarse a él para ver los cangrejos de río, las tortugas, las culebras de agua, las ranas, los peces... Siempre está lleno de vida.