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Hermano Alberto
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PUENTE DE PORTO

¡Paz y Bien!
  Fue la primera vez que hice esta travesía a pie (y descalzo).
    No tengo idea si ya la cruzé en coche.
    Por el nuevo puente sé que pasé en coche y continúo pasando, porque este vetusto monumento tiene dos eslabones de piedra de cada lado que impiden la circulación de vehículos.
  Por primera vez puse los pies en Prozelo.
    Y luego a la salida del puente encontré con ejemplares arquitectónicos rurales, unos bien conservados, otros en ruinas, y son precisamente las ruinas que para mí tienen como una cierta «magia», porque, como ya he mencionado en una crónica anterior, me imagino cómo sería la vida o vidas vividas dentro de esas paredes.
    ¡Piedras, vigas, barrotes, caibros y tejas - testigos mudos se sabe de que "estorias", como suena ahora a decirse!
  Confieso que fui a esta caminata sin un objetivo definido, además de conocer de cerca y mejor a la viejita puente, cosechar imágenes, rezar y, sobre todo, andar, andar, andar ...
    Me dirigí a la orilla del río, bajo el puente, y allí experimenté y me deleitaba con la vegetación, cargadita de rocío, y luego con la frescura de los abundantes hilos de agua que, corriendo por entre la misma vegetación, se van a lanzar en el Cávado.
  Como ya he señalado anteriormente, las múltiples capillas e iglesias de este cristianísimo Miño son para mí las referencias más fáciles, pero por donde entonces andaba sólo una estaba referida en la carta, pero no era visible, tal vez porque se señalaba fuera de cualquier camino y posiblemente sobre terreno privada.
    En el regreso, ya después de pasar la capilla de Nuestra Señora del Emigrante, observé a una señora que, ayudada por el netito, cogía leña pequeña en un campo al margen de la carretera.
    Presenti que me seguían, en paso rápido, y yo retardo mi piso, porque me gustaría tener un contacto con alguien de la tierra.
    La señora dijo entonces al niño:
    - ¿Ves este señor? ¡Vaya descalzo y no tiene frío en los pies!
    Me volví delicadamente y los cumplí.
    La señora prosiguió:
    - Ya había visto al señor allí en la capillita, y hasta le dijo a mi nieto: "¿Ves ese señor allí a leer, descalzo?"
    Comencé entonces a desbobinar todas las ventajas de caminar descalzo, y le di uno de esos panfletos por mí publicados hace días.
    Antes de despedirnos pedí a la señora, de nombre Rosa, para tomar una fotografía, diciendo para qué fin, y aquí está ella, con la debida autorización de la Sra. Rosa.
Aqui el enlace: ¡Paz y Bien!
 En el caso de que se trate de una persona,
 Fue la primera vez que hice esta travesía a pie (y descalzo).
    No tengo idea si ya la cruzé en coche.
    Por el nuevo puente sé que pasé en coche y continúo pasando, porque este vetusto monumento tiene dos eslabones de piedra de cada lado que impiden la circulación de vehículos.
  Por primera vez puse los pies en Prozelo.
    Y luego a la salida del puente encontré con ejemplares arquitectónicos rurales, unos bien conservados, otros en ruinas, y son precisamente las ruinas que para mí tienen como una cierta «magia», porque, como ya he mencionado en una crónica anterior, me imagino cómo sería la " vida o vidas vividas dentro de esas paredes.
    ¡Piedras, vigas, barrotes, caibros y tejas - testigos mudos se sabe de que "historias", como suena ahora a decirse!
 Confieso que fui a esta caminata sin un objetivo definido, además de conocer de cerca y mejor a la viejita puente, cosechar imágenes, rezar y, sobre todo, andar, andar, andar ...
    Me dirigí a la orilla del río, bajo el puente, y allí experimenté y me deleitaba con la vegetación, cargadita de rocío, y luego con la frescura de los abundantes hilos de agua que, corriendo por entre la misma vegetación, se van a lanzar en el Cávado.
  Como ya he señalado anteriormente, las múltiples capillas e iglesias de este cristianísimo Miño son para mí las referencias más fáciles, pero por donde entonces andaba sólo una estaba referida en la carta, pero no era visible, tal vez porque se señalaba fuera de cualquier camino y posiblemente sobre terreno privada.
    En el regreso, ya después de pasar la capilla de Nuestra Señora del Emigrante, observé a una señora que, ayudada por el netito, cogía leña pequeña en un campo al margen de la carretera.
    Presenti que me seguían, en paso rápido, y yo retardo mi piso, porque me gustaría tener un contacto con alguien de la tierra.
    La señora dijo entonces al niño:
    - ¿Ves este señor? ¡Vaya descalzo y no tiene frío en los pies!
    Me volví delicadamente y los cumplí.
    La señora prosiguió:
    - Ya había visto al señor allí en la capillita, y hasta le dijo a mi nieto: "¿Ves ese señor allí a leer, descalzo?"
    Comencé entonces a desbobinar todas las ventajas de caminar descalzo, y le di uno de esos panfletos por mí publicados hace días.
    Antes de despedirnos pedí a la señora, de nombre Rosa, para tomar una fotografía, diciendo para qué fin, y aquí está ella, con la debida autorización de la Sra. Rosa.
Aqui el enlace: https://duxspinensis.blogspot.com/2019/01/da-ponte-do-porto-figueiredo-a...
    Bendiciones!
    Hermano Alberto

Editado por Hermano Alberto en 20/01/2019 - 02:03

Hnº. Alberto Guimaraes OFS
Fraternidad Franciscana Seglar de Braga ─ Portugal