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Enterramiento

Voy a copiar el artículo "Volviendo a Renacer" sobre un enterramiento consciente ya que de vez en cuando me preguntan cuándo nació el seudónimo de Sibila. Lo escribí en Septiembre de 2004 y fue publicado ese mismo mes. Podéis responder comentando vuestras opiniones y / o experiencias al respecto.

VOLVIENDO A RENACER
El testimonio de un enterramiento consciente

Cada Día que vivimos, cada instante que pasa, renacemos una y otra vez. Nunca somos la misma persona que instantes antes fuimos. Cada momento que pasa, nuestro status evolutivo se perfecciona llevándonos a la cumbre de nuestra existencia pasada y presente. Este milagro tan bello puede llenarte de plenitud cuando tomas conciencia de él. Muchas veces nuestra toma de atención o conciencia se disipa perdidos en la bruma de una subsistencia física o material con la que nos hemos creado necesidades o bien nos encontramos enturbiados por el enjuiciamiento de nuestras sensaciones y sentimientos, dándoles calificativos de soledad, desamor, ira y muchos otros. Falsos sentimientos nacidos en el mundo de los sueños, en un sueño tan vívido que nos dificulta el despertar pero existen muchos “jueguecitos” divertidos que nos abren puertas en la mente y en el corazón, tantos juegos como creatividad estemos dispuestos a emplear y uno de estos juegos es el del enterramiento bajo tierra que os quiero contar. Con él vi y aprendí muchas cosas siendo consciente de mi desvanecer para poder ser, para sentirme el TODO, expandirme y fusionarme... Desde ese fuerte sentimiento de totalidad, el desapego se impone con libertad. Desapego al alimento, desapego a la ropa, desapego al aire, desapego al cuerpo físico, desapego a objetos materiales, desapego a la individualidad representada en los sentimientos y los pensamientos (frío, dolor, miedo, etc.) Desapego al todo. Desapego hasta de estos juegos pues, este acto unido a otro que hice después, fueron los que me abrieron los ojos para mostrarme que ni tan siquiera necesito hacer estos juegos, que no necesito nada...

Poco a poco, según va pasando el tiempo y voy permitiéndome fluir más libremente, las enseñanzas de mis actos se van haciendo más notables, plasmándose en el mundo físico. Cuando te entierras bajo tierra, haces un viaje a tu interior para explorar el exterior, por ello aflora todo aquello que hay en ti. Si hay demonios, saldrán éstos como un horrible mal viaje de un drogadicto. Si hay afán de conexión y amor, de superación y liberación, aprendes a volar con la plenitud universal... Por ello este “juego” no es ni fácil ni difícil, simplemente es. Por ello, si se quiere llevar a cabo hay que hacerlo desde la conciencia máxima posible para que se vuelva una de las experiencias más gratas y poderosas de tu vida en vez de una de las más duras y horrendas...

Llevaba ya tiempo con la idea de enterrarme en mi mente pero hasta que no fluyó por cada recoveco de mis venas, no lo llevé a cabo y, siendo consciente de todo lo que me podía aportar, me tomé el tiempo necesario para prepararme para él. Durante dos semanas más o menos, mi vida se volcó a esta experiencia, a prepararme para ella tanto física como psíquica, emocional y espiritualmente. Los últimos días antes del enterramiento dedicaba un ratito a hacer la tumba. No quería que nadie me la hiciese por lo que con pico y pala picaba un tanto cada día mientras meditaba profundamente al hacerlo. Tan sólo permití que la persona que iba a enterrarme me ayudase el último día, a sabiendas de su plena conciencia en el proceso y de que parte de su energía se iba a quedar en ella y yo la iba a absorber al enterrarme. Por ello opté como ayudante por una persona muy afín espiritualmente hablando, por una persona muy limpia y luminosa en sentimientos, conciencia y actos, por un rayo gemelo, un hermano del alma...

El día del enterramiento me dije: “Nuria, si te dicen que hoy vas a morir, ¿Qué harías?” ”Me despediría a distancia de mis familiares y amigos, estaría y jugaría con mis hijos y dedicaría el día a sentir, observar, meditar, escribir, pintar, compartir con los burros y el gato, pasear... También comería higos, zarzamoras y zumo de naranja”. A sí que a eso me dediqué ese día. Pasé el día en la finca donde vivo y donde iba a enterrarme, dedicándome a mi familia hasta que el padre vino a buscar a Altair al ser fin de semana (Leila estaba de viaje) y me permití sentir en plenitud todo el día.

Según se acercaba el momento, preparé la ofrenda a entregar, me bañé en el pozo para purificar mi cuerpo y me subí a un lugar de poder para meditar y limpiar mi espíritu. La ofrenda consistió en un cuenco de madera de olivo con higos, un vaso de cerámica cocida sin adornos ni color con zumo de naranja y una bandejita de madera con dos piedras de sal del Himalaya. Nuria deseaba enterrarse con los higos y el zumo de naranja porque ambos alimentos la gustaban mucho. Quería que junto con su muerte muriera su dependencia emocional y psicológica hacia el alimento para poder nacer ese ser que nació: Sibila. Nuria buscaba a una Sibila limpia, clara y transparente, un puro canal de amor, luz, sanación y comunicación. Las piedras de sal buscaban atraer el conocimiento, la sanación, la comunicación y la sabiduría a ese nuevo ser que iba a nacer...

El día del enterramiento me sentía preparada, con algunos pequeños temores pero tranquila, muy tranquila, en conexión... En todo momento era consciente de que esa noche Nuria iba a morir, de que su energía se iba a fusionar con la Energía Universal naciendo Sibila de este hecho. La Madre Tierra la iba a parir... Por ello quise enterrarme entera, cabeza incluida. Por ello quise enterrarme desnuda.

Sibila no echó a Nuria de su cuerpo, simplemente la desplazó volviéndose las enseñanzas de muerte de Nuria en las del nacimiento de Sibila.

Cuando comenzó a oscurecer me dirigí con Steve al lugar elegido. Allí leí en alto el proceso de liberación de implantes de Greg Mize, un proceso cuya finalidad es aumentar el nivel de claridad y propósito representando también una liberación colectiva de muchos niveles de Karma al mismo tiempo, liberando los votos y acuerdos que mantienen los dispositivos de limitación espiritual en su lugar y también hablé un poco al Universo sobre lo que Nuria sentía y esperaba de Sibila. Seguidamente coloqué una tela en el fondo de la tumba, donde iba a ir el cuerpo, y las hojas de liberación de implantes en la zona donde se iba a apoyar la cabeza. La bandeja hecha por los Mapuche con las piedras de sal del Himalaya al lado derecho de mi cabeza para recoger y absorber el gran conocimiento universal y, el cuenco con los higos y el vaso con el zumo, al lado izquierdo de mis pies.

Antes de introducirme en la tumba, bebí un trago y di otro a Steve. Seguidamente me tumbé boca arriba con las manos sobre el vientre (postura del muerto) y con cuatro finas telas me tapé: con una los pies, con otra las piernas, con otra el cuerpo y con otra la cabeza.

Steve puso tres maderas sobre mí que apoyaban en las paredes internas de la tumba para que el peso de la tierra no me aplastase y dejaban un hueco a modo de rendija donde los pies para la entrada de aire. Seguidamente, comenzó a echar tierra encima. ¡Qué sentimientos más intensos tuve en esos momentos! La tierra que caía sobre mi cara y el resto del cuerpo a través de los pequeños huecos que dejaban las maderas, el retumbar de dichas y de la tumba en general, el sonido ensordecedor de las paladas, el ver como la poca luz que atravesaba las maderas se iba convirtiendo en oscuridad total hasta que tanto ésta como el silencio invadieron el lugar y mi alma... ¡Imponente situación! Donde la fusión todavía no era plausible y la falsa individualidad quería hacerse escuchar.

Nuria no sufrió en su muerte. En todo momento estaba concienciada y deseosa de dicha muerte para permitir que Sibila naciera. Unas pocas veces tuvo Nuria pensamientos enfermos en donde podía tomar conciencia de la falta de control de la situación, de lo externo, de la dificultad para perder la individualidad y entregarme confiadamente al Universo. “¿Qué hora será? ¿Cuánto tiempo llevaré aquí, una hora, dos, seis...? Está muy oscuro. ¿Seguirá estando el cielo nublado? ¿Y si llueve? ¿Cómo me afectará? ¿Se convertirá la tumba en un pozo? Oigo pasos cercanos ¿Quién o qué será? Alguien o algo escarba encima de mí, me cae algo de tierra encima y ya ha ocurrido varias veces, ¿Qué estará ocurriendo ahí afuera? Oigo el arrancar de hierba ¿Será el burro? ¿Y si me pisa, su peso rompe todo y me aplasta?” Y algún que otro pensamiento más de este estilo. Aquí pude ver la oscuridad de mi mente, su enfermedad, aunque estos pensamientos sólo duraron unos segundos y no fueron angustiosos.

Tanto en los días preparatorios como en el del enterramiento en sí, Nuria pidió ser consciente lo máximo posible del proceso y en todo momento su luz dominó a la oscuridad sin ningún problema. Cuando sentía frío, decía: “No, no tengo frío. El frío y el calor no existen, son parte de nuestra educación, de nuestro pensamiento, yo estoy por encima de ello”. E, inmediatamente, dejaba de tener frío.

Cuando sentía dolor en los músculos entumecidos al no tener espacio para encogerlos o cambiar de postura o bien por las irregularidades del terreno, decía: “No, no tengo dolor ni entumecimiento. El dolor y entumecimiento no existen, son parte de nuestra educación, de nuestro pensamiento. Yo estoy por encima de ello” E, inmediatamente, dejaba de sentir dolor o entumecimiento.

Del mismo modo, la vez que surgió el miedo dije: “No, no tengo porqué tener miedo. El miedo no existe, es sólo parte del pensamiento. Estoy protegida. No va a llover porque el Universo ha hecho que no llueva antes para que hoy muera. Él quiere que sea hoy. Me apoya y protege” E, inmediatamente, desaparecía el miedo...

En casi todo el momento que duró el proceso, escuché la energía de la tierra, el latir de mi madre... y en varias ocasiones la voz de aquel que llamo “mi padre celestial” que me hablaba por el oído derecho. Curiosamente, a diferencia de otras veces, me habló en una lengua extranjera.

Constantemente se decía Nuria a sí misma y al Universo que dejaba ese cuerpo para que hiciese uso de él Sibila, un ser puro y limpio, lleno de luz. Un canal abierto para el amor y la luz, para el conocimiento y la sabiduría, para la sanación y la extrasensorialidad. Un canal abierto para la comunicación celestial que no necesite ingerir productos atmosféricos, bastándole el prana y el amor universal.

En estos momentos, comenzaron las sensaciones intensas. A través del oído derecho del cuerpo físico salió el etéreo y, tras la marcha, llegó el vacío. Un vacío donde ningún tipo de sentimiento existe. Ni la alegría ni la tristeza, ni el amor ni el rencor... Un vacío grande y muerto, sencillo... Dicho vacío se prolongó mucho tiempo, quizás horas que parecieron una eternidad ¿La muerte? No lo sé pero tras ella comenzó a nacer Sibila. Empecé a sentir infinidad de energías y entes diversos que entraban en mí. Dichas energías o seres penetraban por cuatro puntos: la coronilla, el vientre, el coxis y la nuca, siendo esta última por donde más entraban. A veces eran seres pequeños y se instalaban rápidamente pero otras veces eran muy grandes y empleaban todo el cuerpo físico, tardando más en encajarse. ¡Resultó realmente divertido el sentirlos entrar y llenar mi interior! Según me iba llenando, las emociones y los pensamientos volvían a fluir. En un momento dado de flojeo, pedí una señal, una comunicación, que me hablasen... Instantes después comencé a oír ruidos debajo de mi cabeza así como movimientos diversos. No paraba de oír escarbar hasta que algo chocó contra las hojas de liberación de implantes que tenía bajo mi cabeza. Con fuertes empujones salió de debajo de ellas y se enredó en mi pelo, escarbando en mi cabeza mientras me arañaba la nuca y el cuello con sus pequeñas y finísimas uñas. Se abrió paso y correteó a lo largo de todo mi cuerpo, por encima y por debajo de las telas... Era un ser caliente, suave, pequeño y muy fuerte, así como muy ruidoso. Más tarde aparecieron más ¿Dos, tres? No lo sé. Mi cuerpo se tensó ante tanto movimiento desconcertante ¿Ratones de campo? ¿Topos? ¿Entes del subsuelo? Y me dije: “No Sibila, no te asustes. Son tus amigos, no quieren hacerte daño. Cuando te lo hacen es sin querer. Ésta es la señal que esperabas...” y me relajé inmediatamente. ¡Qué divertido resultaba ahora sentir corretear a los diversos “animalillos” sobre mi piel así como enredarse en mi pelo! Sus arañazos se convirtieron en dulces cosquillas, caricias de amor... Así, entre tanto placer, me dormí y cuando me desperté me hallé sola otra vez aunque ya al poco nací, la tierra me parió.

Como Sibila sentí el útero materno de la Madre Tierra germinada por el Cosmos oyendo su latido constante. Me sentí como toda gestante se suele sentir: arropada, recogida... Los sentimientos variaron en sus cuatro procesos clave, como los cuatro del bebé que era: Al principio (como en un primer trimestre de embarazo) sentí que el vientre materno era muy grande, espacioso y cálido. Aunque no me moví en él, sí lo sentí. Más tarde pasé por otra fase gestante (segundo trimestre): aquella en la que ya te mueves un poco y ves que el vientre de tu madre no es tan grande, que tus movimientos se encuentran limitados... Por otro lado te sientes tan a gusto que no tienes intención de abandonar el arropo materno y te planteas quedarte allí, así, muchos días. A continuación, la fase que imita al tercer trimestre de embarazo en la que descubres que realmente no te puedes mover, que no tienes espacio... Sientes el calor materno pero te sientes tan llena de vida y energía, tan grande en ese vientre tan chico, que deseas salir, conocer y explorar por ti sola. Anhelas ver la luz... Por último, llega el momento del parto en el que sientes un frío tan intenso una vez que te encuentras en el exterior por el cambio de energías tan abismal que por mucho que mi ayudante me abrigó, me costó entrar en calor. Por otro lado, me sentí despistada, desconcertada y a su vez con unas ganas inmensas de reír. La luz del sol y el color del cielo, los árboles, las plantas y la hierba seca me fascinaron. Una vez ya en el exterior, tras haber amanecido, recogí las hojas del proceso de liberación de implantes. Esperaba ver debajo algunas galerías o agujeros pero no vi nada ¿Existieron? ¿Se cerraron solos, etéreamente? En cambio, los arañazos de la nuca seguían existiendo... ¿Delirios de locura? ¿Realidades vívidas? ¿Sueños fantasiosos? ¿Exceso de cordura? ¡Quién sabe! Por lo pronto, me ocupo de volver a renacer, de poderme sentir sea lo que sea lo que hay en mí. Así, de este modo, me desvanezco y te siento a ti, a todo lo demás...

El día del enterramiento descubrí y me confirmé en que nada y todo es importante a la vez. Que todo son experiencias, sentimientos y aprendizajes pero que nunca nada es realmente imprescindible e importante, que todo es “algo más”. Nada es fácil ni difícil, simplemente Es. Las dificultades son tan sólo algo mental, producto de la educación y la cultura, de las cadenas, de los miedos y de la sociedad. Producto de un pensamiento enfermo. No son reales... Repito, nada es difícil o duro, simplemente Es. Tan sólo hay que sentirlo y hacerlo, tan sólo hay que permitirse ser libres.

Ahora, meses después de esta experiencia, sigo viendo que soy un ser recién nacido dispuesto a sentir y aprender. Dispuesto a compartir y amar. Un bebé que está aprendiendo a ser y a vivir. SIBILA

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Charif
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Sobre las comunicaciones de tu "padre celestial"

En casi todo el momento que duró el proceso, escuché la energía de la tierra, el latir de mi madre... y en varias ocasiones la voz de aquel que llamo “mi padre celestial” que me hablaba por el oído derecho. Curiosamente, a diferencia de otras veces, me habló en una lengua extranjera.

¡Hola Sibila!: ¡Original y valiente experiencia! ¿Puedo preguntarte por las cosas que te comunicaba la voz del que llamas tu "padre celestial", no sólo durante esta experiencia, sino en cualquier otro momento que la hayas percibido? Muchas gracias.

Dios es a quien más gustas.

nuria
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Bueno, durante años me

Bueno, durante años me dediqué a hacer todo lo que a mi mente "loca" se le ocurría movida por la punzante angustia de no entender el sentido de la vida, de tener preguntas sin respuesta, de no mantener el gozo existencial... Buscando la pureza y el amor en su totalidad. Y el enterramiento fue una de muchas de esas ideas que tuve y experimentaba en la práctica pues no me basta con la teoría.

Y respecto a lo escuchado, no veo qué beneficio pueda dar el decirlo, menos aún abierta y directamente, por ello prefiero guardármelo. Lo que sí puedes escuchar son parte de las consecuencias de lo escuchado y para ello están diversos post de este blog y mi libro El Sueño de Anami No es que quiera vendértelo (que además quiero hacerlo, por cierto) sino que lo menciono porque en él se puede ver el regalo de lo que no se ve. Diciéndolo de otra manera para no trabarte la lengua: Es como la Capilla Sixtina de Miguel Ángel en libro.

No es mística por lo que no es sensacionalista ni "llamativo" pero sí es espiritualidad verdadera, de esa que no se ve porque está delante de nuestras narices, vamos.

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